Durante los viajes que he hecho a Noruega, me invade siempre
una sensación de ser ignorada por completo, no por familiares y amigos, claro, pero sí por los que por alguna razón se cruzan
en el camino. Aquí, cuando uno cambia de escenario, rara vez se saluda, como
cuando uno entra en una tienda, una cafetería, el autobús o a la sala de espera
del médico.
Y yo, con mis costumbres
sureuropeas adquiridas, o igual sólo es
gammeldags høflighet (cortesía a la vieja usanza), insistía día tras día para que el autobusero
me devolviera el saludo cuando entraba en el autobús. Nunca hubo suerte. El muy
desaborío me lanzaba siempre la misma mirada de sorpresa, por no decir de
susto, pensando seguramente que era una chiflada. Lo mismo pensarían los demás
pasajeros, que por regla general no arman demasiado alboroto en público, y se
enteran de todo lo que pasa. Estarían además deseando que no me
sentara a su lado para intimidarles con mi charla. Tampoco haría eso, sólo daba
los buenos días.
Sin embargo, tuve más suerte cuando entré en una tienda para comprar los típicos påskeegg
(huevos de pascua). La dependienta, después del primer susto y sorpresa, me
devolvió el saludo, incluso me sonrió levemente. No sé cómo, pero entablamos
conversación y estuvimos hablando de
både stort og smått (sobre esto y lo otro), el típico small talk vaya, y así nos alegramos un poco el día mutuamente.
Ceder el asiento del autobús a embarazadas y lisiados está bien visto. Pero
habrá que tener un poco de vista con los mayores. Primero hay que evaluar el
estado físico del abuelo, ya que se puede ofender porque él/la se cree en plena
forma - er sprek, por siempre estar ut på tur.
Todos podemos ser patosos a veces y si chocamos con alguien,
sale automáticamente el “perdón” o “lo siento”…
a los noruegos, como mucho, un tímido y casi inaudible “oi”. Parece que la palabra unnskyld (perdón
o lo siento) ha desparecido del diccionario.
Si se forma una cola en un
establecimiento, nadie pide la vez. Nunca he oído nadie preguntar Hvem er den
siste? (¿Qién es l@ último@?) Siempre que se pueda, se evita hablar con el
prójimo. Los noruegos y el resto de los escandinavos, parecen tener fobia
social y eso les hace parecer arrogantes para los foráneos. El hecho de vivir en una sociedad self
service, tampoco ayuda a ser más sociable, lo que menos usamos son las palabras
para adquirir la compra diaria, basta con bajar al super, donde todo te espera preparado en porciones, o simplemente la cliqueamos. Antes se hablaba más y la gente tenía
más educación, dicen los mayores. Si quería pinnekjøtt, tenias que pedirlo, no
sólo cogerlo de la estantería, y de paso intercambiabas alguna palabra con la
persona detrás del mostrador.
Las veces que han venido mi padre y su mujer (La Gunne) a
Barcelona, se pasaban el día con la misma pregunta: “Kjenner du han/henne?”
(¿Le/la conoces?) Yo les contestaba que para nada, que sólo era educada cuando
saludaba al autobusero, taxista, panadero o a quien fuera. Lo encontraban veldig
koselig ciertamente y decían que les recordaba un poco a før i tiden (tiempos
pasados). El colmo, fue cuando fuimos a la Boquería a comprar carne de cordero,
porque nos querían deleitar con un
típico Fårikål. Ellos explicaban como querían los cortes, yo traducía, y el
carnicero cortaba según mis instrucciones, y como no, el hombre se interesó
mucho sobre el plato en cuestión y estuvimos hablando un ratito. Mi padre y Gunne lo pasaron en grande,
recordando viejos tiempos….
Esto es, más o menos, lo mismo que les pasa a los miles de
jubilados y pensionistas que invernan o residen todo el año en el Levante
español. Dicen que el trato con la gente es tan, tan koselig y que el hecho de
saludar y charlar con sus vecinos locales, på den spanske måten (a la española)
les libera mucho de su propia tensión y comeduras de coco.
Esta escena, seria difícil de ver en Noruega:
https://www.facebook.com/video.php?v=10152575525870829
Aunque el noruego generalmente es torpe socialmente, sobre
todo con gente que acaba de conocer o que está por conocer, tiene sus códigos
de buena conducta – folkeskikk. Si se le
invita a una fiesta o similar, emplea frases como Takk for sist! (Gracias por la
última vez) cuando llega y se encuentra con un conocido. A un desconocido le tiende la mano y inclina levemente la
cabeza (han bukker) y dice su nombre completo (nombre y apellido). Después de comer dice Takk for mat! (Gracias por la
comida) y cuando se despide dice Takk for laget! (Gracias por el encuentro).
El beso, según Edvard Munch. Enlace imagen: moma.org |
Los besos, por regla general, están reservados para los amantes.
Los familiares y amigos íntimos se dan un klem (abrazo ) con más o menos
acercamiento e intensidad. El más
eufórico es el bamseklem (abrazo de oso) y el más frío y duro es el klem que se
da inclinando ambas partes la cabeza y se rozan sólo las mejillas.
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Bamseklem. Un klem de verdad. Enlace imagen: forum.babyverden.no |
Por otro lado, y a pesar de su carácter introvertido, reservado
y cohibido, los noruegos son unos enloquecidos de conceptos como la solidaridad y la cooperación.
Les encanta formar parte de algo. Siempre
están metidos en fregados internacionales, intentando negociar, resolver y pulir diferencias de todos tipos. En su
vecindad o localidad participan altruistamente en los anuales dugnad, que es
cuando se reúnen los vecinos y hacen trabajos en común para el bien de todos.
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Dugnad. Enlace imagen: fagerliahageby.no |